Un buen tutor... ¿Esto qué es?
El otro día estaba en un bar
tomando algo con unos amigos, y en ese contexto conocí a una persona un tanto
extraña. Iniciamos una conversación y terminamos hablando, con un lenguaje un
tanto coloquial, de las funciones del buen tutor. Y entre unas aportaciones y
otras, una de las cosas que me dijo fue: “ante todo, que sea humano”. Y me
quedo con ello, un buen tutor debe ser una persona cercana que los estudiantes
perciban de ese modo. A partir de dicha consigna, se pueden enumerar una serie
de cualidades o competencias que los tutores deben llevar a cabo por el mero
hecho de ser tutores.
Entre otras consideraciones, creo
que el buen tutor debe ser una persona empática con los alumnos, pero también
debe tratar de acercarse en la medida de lo posible al resto de profesores para
poder desempeñar acciones en grupo que favorezcan al final el desarrollo de los
estudiantes. Debe ser por lo tanto una persona cooperativa, y que, en base a
una serie de valores, influya en el comportamiento de los escolares más allá de
los contenidos reflejados en el currículo. A estos valores implícitos se les
conoce como currículo oculto, así como curiosidad.
Debe tratarse de una persona
disciplinada y responsable, con cierta creatividad tratando siempre de motivar
a los estudiantes y dejar una pequeña huella en los mismos. La implicación con
todas estas funciones es también algo que debe destacarse para que puedan ser
llevadas a cabo.
Dadas todas estas funciones, el
buen tutor debe ser una persona asertiva que sepa defender una serie de
derechos propios, teniendo en cuenta los derechos de los demás, es decir, de
los estudiantes. En todos los casos debe de evitar los prejuicios sobre los
alumnos favoreciendo que no se cumplan cuestiones como la teoría del
etiquetado, con efectos un tanto perversos.
Relacionado con todas estas
cualidades, el buen tutor debe acercarse a los escolares y cumplir las
competencias ligadas a su papel, siendo la más importante el papel de guía y
asesoramiento de una manera más o menos constante a los estudiantes, al resto
de profesores y a todas las actividades que el centro lleve a cabo. En
definitiva, el buen tutor debe simplemente estar ahí para los estudiantes,
determinar en qué casos debe o no actuar y llevar a cabo la medida que en cada
caso se derive.
En mi caso, tengo muy claro, más allá de lo que quiero hacer, lo que no quiero hacer. Dejar abandonados a los estudiantes es fatal para ellos, la experiencia por desgracia así me lo ha enseñado… pero ese es otro tema que con el tiempo ya saldrá. Y dicho todo esto, podéis dejarme vuestras opiniones en los comentarios. Con todo ello me despido, un saludo y que seáis muy felices. Nos vemos pronto.
Ya solo el inicio de "estábamos en un bar tomando algo.." para iniciar la entrada sobre el planteamiento de una figura con tantas posibles consideraciones a incluir es digna de mención. Y sobre todo la primera, que ante todo sea humano.
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